Premio Nobel de la Paz: Nihon Hidankyo, un legado de paz y resistencia nuclear
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La Confederación Japonesa de Organizaciones de Víctimas de las Bombas A y H recibió el Premio Nobel de la Paz 2024 por su lucha incansable contra las armas nucleares y sus labores encaminadas a la construcción de la armonía, desde 1956.
La paz no es solamente la ausencia de conflicto; esta se construye y por ello, implica un esfuerzo permanente. El 11 de octubre de 2024, el Premio Nobel de la Paz fue otorgado a la Confederación Japonesa de Organizaciones de Víctimas de las Bombas A y H, mejor conocida como Nihon Hidankyo, organización que, desde 1956, ha sumado esfuerzos para evitar que el mundo vuelva a atestiguar el uso de bombas nucleares, como sucedió en 1945 en las prefecturas japonesas de Hiroshima y Nagasaki.
Este galardón significa el reconocimiento a la vida, la dignidad de la persona humana, y la justicia, que son valores presentes en el proceso de construcción de la concordia.
El origen de Nihon Hidankyo se encuentra en el testimonio de los hibakusha, nombre con el que conoce a los sobrevivientes de las bombas atómicas, ya que su labor se ha convertido en el motor que mantiene vivo el recuerdo de las atrocidades derivadas del bombardeo, con el propósito de evitar que se repita una situación similar en cualquier parte del mundo.
Sin duda, su compromiso de diálogo y tregua resuena con los valores de la Iglesia Católica, que condena la posesión y el uso de armas nucleares bajo cualquier circunstancia.
Actualmente, a casi ocho décadas desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, resulta pertinente retumbar las voces de conciliación que Nihon Hidankyo enarbola, debido a que las tensiones geopolíticas presentes en el mundo, nos colocan en un ambiente de tensión y preocupación frente a la posibilidad de que las grandes potencias en conflicto utilicen el armamento nuclear que hoy tienen a su disposición.
El objetivo de esta organización japonesa se centra en la construcción de un mundo libre de armamento nuclear. A la vez que su misión ha trascendido fronteras mediante el desafío hacia los organismos y gobiernos que realizan pruebas nucleares en diferentes regiones del planeta.
Sin duda, su voz es el testimonio vivo de que armisticio solamente se construye con acciones de paz y su cuidado y mantenimiento es un imperativo ético que garantiza un futuro pacífico para las generaciones venideras. El Premio Nobel de la Paz de este año es un reconocimiento de la importancia hacia su labor, pero, sobre todo, a la necesidad de continuar la construcción de una sociedad cada más pacífica.
*Con colaboración de la Dra. Almendra Ortiz de Zárate Béjar, directora interina de la Facultad de Estudios Globales de la Universidad Anáhuac México
Más información:
Mtra. Carolina Leticia Ibarra García
carolina.ibarra@anahuac.mx
Formación y Cultura de Paz